/ DBT-C, Español, Supersensitivos / Por Francheska Perepletchikova / Traducción: Fréderic Larbanois
Los niños supersensitivos experimentan las emociones a un nivel diferente y con una intensidad muy elevada. Pueden irritarlos o incomodarlos cosas que, para niños menos sensibles, suelen ser insignificantes. Así, las emociones son experimentadas de manera muy abrumadora, exteriorizándolas en agresiones verbales o físicas.
Es frecuente que los padres los describan como niños que intentan sacar de quicio a todo el mundo, en otras palabras, como manipuladores. Sin embargo, el comportamiento volátil del niño no es un intento de manipulación.
La manipulación implica 1) la formulación de un objetivo específico; 2) el conocimiento de los medios para alcanzarlo y 3) la capacidad de aplicar hábilmente estos medios para lograr el resultado deseado. Por lo tanto, la manipulación es una acción planificada, ejecutada con plena conciencia. Nada de eso suele estar presente durante el arrebato de un niño emocionalmente sensible, en el que las reacciones se producen segundos después de un desencadenante. Es evidente que el niño no está pensando: “Si hago una rabieta mi excitación emocional probablemente disminuirá, a la vez que la probabilidad de que mis padres me den lo que quiero, va a aumentar”.
Entonces, lo que ocurre efectivamente, es una combinación de: 1) una respuesta conductual consistente con el estado de ánimo que experimenta y que funciona para reducir la intensidad de una excitación emocional (todos sabemos que, gritar cuando estamos inicialmente enfadados, ayuda a liberar la presión); y 2) el refuerzo de esta respuesta por parte del entorno, a través de una atención negativa (p. ej., gritar al niño, criticar, castigar) o de una atención positiva (p. ej., intentos de apaciguar o contener un arrebato, acomodación del entorno ante estos desajustes, ceder para detener un arrebato o simplemente hablar o mirar a un niño). La interacción entre las conductas y la respuesta del entorno resultan en un comportamiento aprendido que se desencadena como respuesta al estrés, que generalmente funciona como un mecanismo de afrontamiento (desadaptativo) y se mantiene mediante el refuerzo del entorno.