La ley de los 3 Síes

Español, DBT-C, Supersensitivos / Por Francheska Perepletchikova / Traducción: Fréderic Larbanois

Nuestro sentido de la seguridad exige control. Ésta es una de las razones por las que decimos “No” con mucha más frecuencia que “Sí” al interactuar con otras personas. “No” y “Pero” son palabras de control. Sin embargo, responder con un “No” con frecuencia sólo da lugar a una discusión, ya que desencadena la ira y la actitud defensiva. Discutir nos impide conseguir lo que queremos y perjudica nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos. Por eso, en lugar de obligar a los demás a cumplir o insistir en nuestro punto de vista, debemos utilizar la manipulación. Una de las herramientas muy eficaces de la manipulación es la “Ley de los 3 SÍes”.  

Es importante tener en cuenta que a veces necesitamos decir “No”. ¡Nada demasiado extremo! Por ejemplo, el castigo es una estrategia del “No”. Si un niño corre hacia el tráfico, obviamente gritaremos “¡No! ¡Pare!”. Decir “No” también es una estrategia terapéutica, cuando una persona se queda atascada y necesitamos ayudarla a desatascarse empujándola fuera del equilibrio, para que el reequilibrio pueda producirse a un nivel más funcional. En DBT, esta estrategia se denomina “irreverencia”, del tipo en el que nos enfrentamos directamente a un comportamiento disfuncional. Sin embargo, las estrategias basadas en decir “no” sólo pueden ser eficaces cuando se asientan sobre una base de aceptación y refuerzo. Si decimos constantemente “no”, un “no” más no marcará la diferencia. Para que ese “¡No!” funcione, tiene que tener un valor de choque que sólo puede lograrse cuando una persona está acostumbrada a oír casi siempre “sí, sí, sí”.

Hay tres tipos de “SÍ”:

1.         “SÍ como un sí” 

Este tipo se utiliza cuando efectivamente estamos de acuerdo. Incluye la aprobación, el refuerzo, el aprecio, la confirmación, el cumplido, así como la disculpa. “¡Buen trabajo!” “¡Sí, creo que es una idea maravillosa!” “Sí, he cometido un error, lo siento mucho”. La comunicación del acuerdo fortalece las relaciones, crea un espacio seguro y aumenta la confianza y la motivación para seguir realizando la respuesta reforzada.

2.         “SÍ como lo entiendo y no estoy de acuerdo”  

Este tipo se denomina validación. La validación es una comunicación de aceptación y es lo contrario de la crítica y el juicio. La validación se utiliza cuando no nos ha gustado lo que ha sucedido y queremos disminuir las posibilidades de que esta respuesta se produzca en el futuro. Cuando nos gusta lo que ha sucedido, entonces debemos utilizar el refuerzo, no la validación. En la validación, no aprobamos la respuesta de otra persona, sólo comunicamos que entendemos por qué sucedió. “¡Eh, yo también me enfadaría si alguien fuera malo conmigo!”. La validación disminuye la excitación emocional, fortalece las relaciones, crea un espacio seguro, enseña comunicaciones eficaces, enseña a etiquetar con precisión las experiencias internas, disminuye la vergüenza, promueve la autovalidación y sienta las bases para el cambio.

3.         “SÍ como un NO 

Este tipo incluye dos estrategias: la extensión y la irreverencia poco ortodoxa/humorística. Ambas estrategias utilizan la ironía para transmitir lo contrario de lo que se está diciendo. Se está comunicando un “no” sin decirlo directamente. 

– Al extenderse, la afirmación de una persona sobre una situación se toma literaria y más en serio de lo que la persona pretendía. Una respuesta se extiende tanto que es imposible creer que se ha llegado a un acuerdo. 

Un ejemplo terapéutico clásico de extensión procede de Marsha Linehan, la creadora de la DBT:

Paciente: “¡Voy a suicidarme!”

Terapeuta: “¿Me está despidiendo?”

Ejemplos de mi trabajo con niños, adolescentes y sus padres:

– “¡No tengo tiempo para hacer los deberes! Voy a suspender el colegio”.

– “Ya veo. ¿Te ayudo a encontrar trabajo?”

– “¡Ya no puedo vivir en esta casa! ¡No soporto que me regañes constantemente para que limpie mi habitación, estudie y friegue los platos!”

– “Parece que su situación vital es realmente intolerable. Deberías empezar a buscar un apartamento inmediatamente”.

– “Hoy no puedo ir a la escuela, me duele la cabeza”.

– “¡Oh, no! ¡Esto parece muy grave! Voy a llamar a una ambulancia!”

Las comunicaciones interpersonales son como un tango: cuando una persona se inclina hacia dentro, la otra tiene que inclinarse hacia fuera. La extensión utiliza este principio para ayudar a una persona a despegarse, ya que en la extensión 1) violamos las expectativas y nos desviamos del guión de la persona sobre cómo fluirá la conversación, introduciendo así un momento de confusión para facilitar el reequilibrio, y 2) nos inclinamos hacia dentro (tomándonos una situación más en serio de lo que se pretendía), lo que pone al otro en la situación de tener que inclinarse hacia fuera, como por ejemplo abandonando un tema, echándose atrás en la conversación o simplemente acatando. 

– La irreverencia poco ortodoxa/humorística es útil cuando: 1) hay un ataque a la integridad personal; 2) no es probable que ignorar funcione, porque nuestra atención no es el principal factor de refuerzo; y 3) tenemos suficiente confianza para reírnos de nosotros mismos. Para que esta estrategia funcione, debemos ser capaces de reírnos de nosotros mismos. No incluye el autodesprecio y no pretende ser ofensiva ni autocrítica. Se trata simplemente de no tomarse a uno mismo demasiado en serio. Un comentario irónico se dirige SOLO a uno mismo. Es lo contrario del sarcasmo, que también es una forma de ironía pero con la intención de ridiculizar, burlarse y criticar a otra persona. 

– “¡Eres tan inflexible!”

– “Sí, nunca se me ha dado bien la gimnasia”

– “¿Entiendes que cuando te miro se me revuelve el estómago?”

– “Por supuesto, ¿por qué crees que tengo Pepto-Bismol al lado de mi espejo?”

– “¡Eres un chiste!”

– “Sí, mis memorias se llamarán “La vida de un chiste andante””

– “¡Eres tan estirada y rígida!”

– “Bueno, no puedo agacharme, ya que se me caería la coronilla”

– “¡Eres una maniática del control!”

– “¡Definitivamente! En realidad prefiero el término “estratégicamente influyente”

– ¡Todo lo que quieres es controlarme!”

– Bueno, necesito practicar mi hechicería, de lo contrario nunca me graduaré en Hogwarts”

– “¡Eres incorregible!”

– “¡Gracias! ¡He trabajado mucho para conseguir esta reputación!”

– “¡Estás muy gorda!

– “¿De qué otra forma se supone que voy a seguir siendo el centro de gravedad?” 

– “No eres más que un cobarde”

– “¡De verdad! Tengo que llevar pañales para ver películas de terror”

– “¡Eres tan desorganizado!”

– “¡Sí! Suelo decir que soy “espontáneamente flexible”  

– “¡Eres tan molesta!

– “¡Totalmente! Si el fastidio fuera un deporte olímpico, sería medalla de oro”

– “¡Estás loca!”

– “¡Sí, pero por favor no se lo diga a mi psiquiatra!”

Lo que ocurre cuando utilizamos una irreverencia poco ortodoxa/humorística: 1) violamos las expectativas al desviarnos de un guión, lo que desarma al agresor; 2) comunicamos que nuestro autoconcepto es diametralmente opuesto a lo que se afirma, de lo contrario estaremos a la defensiva; 3) identificamos claramente a la otra persona como agresor al no contraatacar; y 4) disminuimos las posibilidades de un ataque de este tipo en el futuro, ya que está claro que no funciona e incluso puede resultar contraproducente. Uno de mis brillantes clientes adolescentes comparó la irreverencia poco ortodoxa con un ascensor sin botones: si no hay botones que pulsar, el ascensor no se mueve. Así pues, esta estrategia funciona muy bien para detener el bulling verbal. Y, por supuesto, puede que no se nos ocurra siempre una respuesta ingeniosa y rápida en el acto. Sin embargo, podemos adelantarnos si existe un patrón en los insultos y consultar ChatGPT que puede generar cientos de réplicas graciosas. 

Utilizar la Ley de los 3 SÍ también es muy propicio para practicar, adquirir y mantener el autocontrol. El control requiere libertad de elección en la selección de una respuesta. Para conseguir esa libertad, necesitamos introducir una pausa entre un estímulo y una respuesta. De lo contrario, nos quedamos atrapados en el ciclo “lo siento, lo hago”. Decir “SÍ” como principal reacción inicial, nos pone en la tesitura de tener que pararnos después a pensar “¿cuál de las tres?”. Así, con sólo decir “SÍ” introducimos una pausa, ganamos libertad de elección y aumentamos las posibilidades de conseguir lo que queremos, al tiempo que mejoramos las relaciones con los demás y con uno mismo.

Eso es lo que llamamos manipulación.

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