/ DBT-C, Español, Supersensitivo / Por Francheska Perepletchikova / Traducción: Fréderic Larbanois
Cuando mis clientes me piden consejo sobre cómo resolver un problema, mi primera respuesta casi siempre es: “No lo sé. ¿Cuál es el objetivo?”. En realidad, la toma de decisiones es un proceso de cuatro pasos: 1) identificar un objetivo; 2) reconocer un objetivo que compite con él; 3) seleccionar una prioridad y 4) aceptar que no se alcanzará el objetivo que compite con él.
Paso 1: ¿cuál es el objetivo?
Uno de los principales errores que cometemos cuando nos enfrentamos a un reto es empezar inmediatamente a identificar una solución. Sin embargo, no estamos reconociendo que cada reto viene acompañado de un número infinito de posibles objetivos asociados. Así que, antes de pensar en soluciones, primero tenemos que hacernos una pregunta: “¿cuál es el objetivo?”. De lo contrario, corremos el riesgo de generar soluciones aleatorias y de intentar cumplir varios objetivos al mismo tiempo. Esto es como intentar montar dos caballos al mismo tiempo.
Paso 2: ¿qué es un objetivo competidor?
Lo que solemos intentar no es montar dos caballos al mismo tiempo, sino dos caballos que se mueven en direcciones distintas. La identificación de un objetivo es necesaria pero no suficiente, ya que todo tiene dos caras. La 2ª Ley de la Dialéctica “Todo contiene su propio opuesto” estipula que todo tiene un carácter autocontradictorio. Estos lados no son iguales ni equivalentes, sino complementarios, ya que se oponen diametralmente. Como día/noche, vida/muerte, bueno/malo, blanco/negro, ying/yang, hombre/mujer, etc. Y cada lado tiene un objetivo asociado. Como estos lados son diametralmente opuestos, los objetivos asociados siempre compiten. Por lo tanto, debemos recordar que para cada objetivo seleccionado, habrá un objetivo competidor.
Paso 3: ¿qué es una prioridad?
Como montar dos caballos que se mueven en direcciones opuestas es un truco que ni siquiera un artista de circo puede realizar, después de identificar un objetivo y reconocer un objetivo competidor, tenemos que seleccionar una prioridad. Con frecuencia no realizamos este paso, sino que nos enzarzamos en la locura de intentar conseguirlo todo al mismo tiempo, ejemplificada por un refrán inglés “to have the cake and eat it too” (tener la torta y comérsela también), que significa que no podemos seguir poseyendo la torta y consumirla simultáneamente. Sí, tenemos que pensar con originalidad, considerar lo que se está dejando de lado y apreciar diferentes perspectivas para reducir el riesgo de una toma de decisiones polarizada y rígida, que sólo puede atascarnos. Aun así, después de reconocer ambas partes, solo podemos avanzar en una dirección.
Paso 4: ¿cuál es el precio?
Después de seleccionar una prioridad, tenemos que aceptar que no podremos alcanzar el objetivo que compite con ella. Este será nuestro pago por alcanzar nuestra prioridad. Todo tiene un precio. Aceptar que no podemos tenerlo todo permite una mayor flexibilidad y ayuda a evitar decepciones.
El mero hecho de traer a nuestra conciencia la información sobre los diferentes objetivos y seleccionar una prioridad, seguido de la aceptación, aumenta las posibilidades de resolver los problemas con eficacia, ya que estamos adquiriendo libertad de elección y es más probable que elijamos una opción de la Mente Sabia en lugar de una opción de la Mente Emocional.
Ejemplo 1. Un niño se queja de que sigue teniendo problemas con sus amigos cuando quedan para jugar: 1) objetivo: quiero que mis amigos jueguen conmigo; 2) objetivo competidor: quiero jugar a los juegos que yo elija; 3) prioridad: mejorar las relaciones; y 4) aceptación: tendré que jugar a los juegos que ellos elijan.
Ejemplo 2. Un niño, que sufre desregulación emocional y se autolesiona, pasa mucho tiempo con la computadora. Los padres quieren reducir el tiempo que pasa delante de la computadora y aumentar el tiempo que el niño pasa con su familia. Sin embargo, más tiempo de computadora es el principal motivador para que el niño acepte practicar habilidades de afrontamiento: 1) objetivo – disminuir el tiempo de computadora, 2) objetivo competidor – motivar la práctica de habilidades del niño, 3) prioridad – fomentar la práctica de habilidades con más tiempo en los dispositivos para disminuir la conducta autolesiva, y 4) aceptación – se ofrecerá más tiempo en los dispositivos hasta que la conducta se estabilice.
Además, la resolución efectiva de problemas (como cualquier otra cosa en nuestra vida) requiere mantener un equilibrio dialéctico, donde un lado es estable y el otro es flexible. En el lado estable, tenemos 1) una definición precisa de nuestro objetivo prioritario, 2) la selección de medios para lograr este objetivo, y 3) tener la capacidad de aplicar hábilmente los medios para lograr el objetivo. En el lado flexible, tenemos – el no apego al resultado.
Por el lado estable, en el Ejemplo 1 de un niño con dificultades interpersonales, el niño tiene 1) el objetivo prioritario de mejorar sus relaciones, 2) necesita aprender habilidades sociales como la negociación, la aceptación radical, la habilidad de “DEDO PULGAR (DEAR FRIEND)”, etc., y 3) necesita adquirir la capacidad de aplicar estas técnicas con destreza mediante la práctica reforzada con los padres. En el ejemplo 2, los padres tienen 1) el objetivo prioritario de motivar el uso de las habilidades de su hijo con tiempo de computadora, 2) enseñar las habilidades de regulación emocional a su hijo, seguido de la práctica diaria en situaciones hipotéticas para aumentar la capacidad del niño de utilizar las habilidades durante los acontecimientos estresantes de la vida real, y 3) adquirir su propia capacidad de utilizar la regulación de sus emociones, de modo que puedan modelar estas habilidades, enseñarlas eficazmente y seguir perfeccionando el uso de las técnicas por parte de su hijo.
Desde el punto de vista de la flexibilidad, después de definir el objetivo con precisión, antes de empezar a alcanzarlo, tenemos que aceptar que el resultado no coincidirá con nuestra imagen. Este es un ejemplo de paradoja, que es la única norma de nuestra existencia. Puede que el resultado se acerque a lo que habíamos planeado, puede que sólo cumpla parcialmente nuestras expectativas o puede que sea totalmente opuesto a nuestro objetivo original. La vida nunca coincide exactamente con lo que queremos, cuándo lo queremos, en qué secuencia, con quién y cómo. Por lo tanto, la aceptación tiene que producirse dos veces: 1) antes de empezar a avanzar hacia nuestro objetivo, y 2) cuando se consigue el resultado y no es exactamente lo que esperábamos.
Seguir el principio de no apego al resultado disminuye la probabilidad de seguir rígidamente nuestro plan original, así como de decepcionarnos constantemente. Así podemos fluir por la vida como un río. Un río nunca tiene un curso predeterminado. Pasa por encima de las rocas, por debajo de las rocas, a través de las grietas. El apego al resultado sólo nos pone en situación de tropezar constantemente con las rocas de nuestras rígidas expectativas e intentar forzar las puertas cerradas.
El no apego al resultado es un principio maravilloso que debemos mantener para fluir por la vida como un río. Sin embargo, saber qué hacer es necesario pero no suficiente. También necesitamos adquirir la capacidad de hacerlo. En nuestro próximo análisis detallaremos las formas de lograr la capacidad de no apego al resultado, ya que, de lo contrario, seguirá siendo sólo un concepto interesante.