/ DBT-C, Español, Desregulación Emocional (DMDD), Supersensitivo / Por Francheska Perepletchikova / Traducción: Fréderic Larbanois
Probablemente todos habrán escuchado siguiente frase muchas veces: “¡Deja de ser tan sensible!”. Esto denota que la sensibilidad emocional suele estar asociada a una connotación negativa de ser susceptible, defensivo, tenso, paranoico, neurótico, una reina del drama. Todos estos términos son sencillamente perjudiciales, invalidantes y unilaterales. Al igual que cualquier otra cosa, la sensibilidad emocional tiene dos caras, ya que viene acompañada tanto de retos como de dones. Existe un término mejor que utilizamos para describir a las personas que nacen con sensibilidad emocional: supersensitivos. Este término evita patologizar y destaca la dialéctica de la sensibilidad emocional. En el debate de hoy hablaremos de la supersensitividad, para que podamos comprender mejor a nuestros hijos sensibles y a nosotros mismos, ya que la sensibilidad emocional no es algo que podamos madurar.
Los retos de la sensibilidad emocional
- Las reacciones pueden tener un umbral de aparición muy bajo
La intensidad de la reacción de un supersensitivo puede no ser proporcional a la situación, y con frecuencia ni siquiera es evidente para los demás qué puede haber provocado ese arrebato. Puede tratarse de un pensamiento, un recuerdo o un acontecimiento externo tan imperceptible que los observadores ni siquiera registren lo que sucedió.
- Las reacciones son intensas (de 0 a 100)
Los supersensitivos suelen describir sus emociones como tsunamis que son abrumadores y causan un intenso dolor emocional. Tales estados pueden describirse como una intoxicación emocional, en la que una persona (que es amable y empática en momentos equilibrados), comienza a enfurecerse, utilizando un lenguaje obsceno, ataques personales malignos, amenazas, agresiones físicas y destrozos.
- Las reacciones se producen muy rápidamente (de 0 a 100 en una fracción de segundo).
Las reacciones emocionales de los supersensitivos no sólo son repentinas y extremas, sino que también se producen muy rápidamente. En cuestión de segundos, los supersensitivos pueden pasar de un estado de ánimo neutro o positivo a una rabia descontrolada.
- Las reacciones tardan mucho tiempo en remitir
La reacción emocional de un supersensitivo suele tardar un tiempo considerable en volver a la línea de base. Así, los comportamientos correspondientes pueden continuar durante 20-30 min, y a veces durante horas.
Efecto de doble gravedad
Debido a esta alta reactividad, los supersensitivos no sólo tienen que soportar el impacto de enfrentarse a un reto, sino que también tienen que lidiar con su reacción emocional extrema asociada a este reto. Es como caminar por la Tierra llevando sobre los hombros el peso de su propio cuerpo. Le llamamos efecto de doble gravedad al que los supersensitivos tienen que enfrentarse en cada momento de cada día.
La sensibilidad emocional suele venir en un paquete con otras dificultades:
- Hiperreactividad
Como es fácil imaginar, una alta reactividad emocional llevaría asociada un descontrol conductual, como agresividad verbal y/o física, ideación suicida, autolesiones. Estas manifestaciones conductuales de la desregulación emocional no son problemas en sí mismas. Constituyen soluciones a los problemas. Gritar, pegar, autolesionarse o pensar en la muerte proporciona alivio al sufrimiento emocional a corto plazo. Por la inmediatez de este alivio, se refuerza el uso de estas soluciones desadaptativas en el futuro, aunque sean perjudiciales a largo plazo.
- Evitación de tareas que requieren esfuerzo
Los padres suelen describir a sus hijos supersensitivos como perezosos. En sí, no se trata de pereza. Pensemos que si tuvieras que cargar con el peso de tu propio cuerpo sobre los hombros, ¿buscarías oportunidades para correr o preferirías recostarte en algún sitio? Los supersensitivos se mueven en doble gravedad, por lo que tienden a evitar el esfuerzo y no dan la bienvenida a los retos, ya que conllevan incertidumbre.
- Se aburren fácilmente
Al mismo tiempo, los supersensitivos se aburren con facilidad y requieren que se los estimule, pero en sus propios términos. Prefieren hacer lo que les apetece y tener el control. Es probable que eviten las actividades nuevas y desconocidas, aunque puedan ser potencialmente divertidas y emocionantes.
- Dificultad con las transiciones y el cambio
Las transiciones y los cambios conllevan incertidumbre. Los supersensitivos tienen enormes dificultades para tolerar la incertidumbre, ya que tienen un sentido de la seguridad muy vulnerable. Su sensación de seguridad es especialmente vulnerable porque no pueden controlar lo único que podemos controlar en un grado razonable: a nosotros mismos. El sentido de la seguridad tiene que ver con el control y la previsibilidad. Los supersensitivos suelen tener dificultades para predecir como reaccionarán al momento siguiente así como para controlar sus impulsos. Por eso intentan controlar a otras personas utilizando la fuerza (por ejemplo, gritando, pegando, amenazando) y les disgusta el cambio. Y esto es aplicable tanto a los cambios potencialmente negativos así como a los positivos. Frecuentemente, los padres se encuentran con la sorpresa de que necesitan arrastrar a sus hijos supersensitivos a una actividad divertida semana tras semana, a pesar de que, una vez allí, disfrutan. ¿ Qué es lo que sucede? Pues bien, que el hecho de haberse divertido en esa actividad la semana anterior, no garantiza la diversión esta semana, mientras que lo que sea que un supersensitivo esté haciendo ahora mismo, le da la seguridad de que ya está sucediendo.
- Baja tolerancia a la gratificación diferida
La dificultad para tolerar la incertidumbre también afecta a la capacidad del supersensitivo para retrasar la gratificación. Ansían lo que quieren y cuando lo quieren. Por eso, describen la experiencia de no saber si podrán tener un objeto o una actividad deseados, como si se tratara de un dolor físico.
- Cambios rápidos de atención
No es llamativo que se produzcan rápidos cambios de atención cuando las pequeñas cosas captan su atención y provocan una respuesta emocional intensa, asimismo, las cosas se vuelven aburridas rápidamente y se evitan las dificultades.
- Hiperactividad
Los supersensitivos experimentan emociones intensas hora a hora y día a día. Las emociones nos aportan energía y son la principal fuente de motivación. Toda esta energía necesita ser liberada. Por ello, los niños supersensitivos suelen ser más activos que los niños con una emocionalidad media.
- Impulsividad (actuar antes de pensar)
Por impulsividad se entiende actuar sin pensar. Para decidir por nosotros mismos, necesitamos introducir una pausa entre un estímulo y una respuesta y evaluar si un impulso de acción de una emoción se ajusta a las demandas de una situación concreta. Esto es lo que se denomina regulación emocional. Sin embargo, las emociones no evalúan, sus funciones consisten en comunicarnos lo que debemos hacer. Las evaluaciones tienen lugar en nuestro lóbulo frontal. Además, las emociones son muy convincentes a la hora de empujarnos a hacer lo que nos dicen que hagamos, ya que son la fuerza organizadora de nuestras acciones. La E-moción va a evocar el movimiento. Entonces, cuanto más fuerte es la emoción, más convincente es. Los supersensitivos experimentan tsunamis emocionales, por lo que se ven empujados a responder impulsivamente una y otra vez. Sin aprender técnicas específicas, estos niños tendrán pocas probabilidades de hacer frente a sus tsunamis emocionales y posiblemente continúen comportándose de forma impulsiva.
- Relación problemática con padres, hermanos y compañeros.
La reactividad, la impulsividad, la baja tolerancia a la gratificación retardada, la dificultad con el autocontrol, la tendencia a controlar a los demás mediante la fuerza, inevitablemente conducen a problemas interpersonales y a dificultades para formar y mantener una relación saludable con otras personas. Además, cuanto más seguros se sientan los supersensitivos con una persona, menos motivación tendrán para mostrarse en control, y mayor será el cambio de agresividad emocional y física. Por eso los supersentivos pueden tener más problemas en casa que en la escuela.
- Estilo de pensamiento extremo (por ejemplo, pensamiento en blanco y negro, catastrofismo)
Como las emociones se aman a sí mismas, quieren que hagamos y pensemos cualquier cosa que las mantenga en pie. En particular, las emociones fuertes harán que nuestro pensamiento sea pegajoso y rígido, en el que sólo se permitirá y se conservará el pensamiento correspondiente a esa emoción en particular. Esto se llama rumiación. Empezamos a masticar y volver a masticar los mismos pensamientos, con poca capacidad para despegarnos y ver lo que se está quedando fuera. Así, las emociones fuertes conducen a un pensamiento en blanco y negro, extremo o lo uno o lo otro.
- Dificultad para responder normativamente a las señales sociales
La comunicación se desarrolla en distintos niveles: el nivel de las palabras y el nivel de los matices emocionales. Ya que mentimos todo el tiempo, no confiamos en las palabras, pero sí confiamos más en cómo se dicen las palabras. Los matices emocionales nos permiten apreciar las intenciones y motivaciones subyacentes. Para comunicarnos con eficacia es muy importante prestar atención a estas señales sociales. Se puede considerar que los supersensitivos “no responden normativamente y pasan por alto estas señales sociales”. Incluso se les puede diagnosticar erróneamente un trastorno del espectro autista debido a esta cuestión. En realidad, los supersensitivos son como rayos X humanos. Son capaces de leer muy bien las emociones de los demás y los pequeños cambios en los estados emocionales. No obstante, pueden malinterpretar lo que leen o no confiar en lo que perciben (debido a una invalidación generalizada que encuentran en su entorno), pero este es un tema diferente. Al ser capaces de leer las intenciones y motivaciones subyacentes, podrían llevarlos a responder de forma no normativa en situaciones sociales. Imaginemos dos chicos, uno supersensitivo y otro con una emocionalidad media. Un tercer chico pasa junto a ellos y les dice “Hola” pero pensando “¡Te odio!”. Un niño con emocionalidad media puede no ser capaz de leer claramente “¡Te odio!” y es probable que tenga una respuesta normativa de responder “Hola”. En cambio, un niño supersensitivo podrá leer “¡Te odio!” y entonces, como mínimo, se sentirá confuso y, como máximo, puede tener una reacción agresiva, con lo que ” pierde las señales sociales”.
- Sensibilidad sensorial (visual, auditiva, táctil, olfativa, gustativa)
Los supersenstivos se caracterizan por presentar problemas de procesamiento sensorial en grado leve o significativo. Entre ellos se incluye la sensibilidad a la luz brillante, a los sonidos agudos y fuertes, al sabor y la textura de los alimentos, a los olores fuertes, a la ropa ajustada o floja, a las telas rasposas, etc. Se observa una alta correlación entre la sensibilidad emocional y la fisiológica, lo cual no hace sino aumentar la complejidad de soportar los retos cotidianos.
- Dificultad con la higiene personal
Los supersensitivos tienen fama de evitar cepillarse los dientes, ducharse, limpiar su habitación, etc. Requiere esfuerzo, es aburrido, no llama la atención y hay tantas otras cosas más interesantes que hacer. Pero ¿cómo podría ser de otra manera?
Los beneficios de la sensibilidad emocional
Todo tiene dos caras, incluida la sensibilidad emocional. La sensibilidad emocional aporta dones maravillosos.
- Mayor capacidad para experimentar emociones positivas fuertes
Los supersensitivos también pueden experimentar emociones positivas a un alto nivel. Podrán incluso llegar a mostrarse muy chistosos.
- Mayor capacidad para “leer” a los demás
Como ya se ha mencionado, a los supersensitivos a veces se les llama rayos X humanos o se les describe como si tuvieran un “sexto sentido”. Pueden leer fácilmente las emociones de otras personas, lo que juega un papel importante en la interpretación de la información. Como hemos dicho, el reconocimiento de las emociones ayuda a identificar las intenciones subyacentes en las comunicaciones, a evaluar la autenticidad de las respuestas y la motivación detrás de las acciones de otras personas. Así pues, ser capaz de leer las emociones es como ser capaz de leer la mente de otras personas. Una vez que los supersensitivos aprenden a confiar en sí mismos y en su percepción, sin malinterpretarlas, esta capacidad de leer la mente de otras personas, puede convertirse en toda una ventaja.
- Empatía mejorada
Los supersensitivos pueden leer bien a los demás y saben lo que se puede llegar a sentir en la más profunda adversidad. Por eso, las personas emocionalmente sensibles suelen ser más receptivas a las señales de angustia de los demás. En momentos de equilibrio, los supersensitivos pueden ser muy cariñosos, comprensivos y empáticos. La empatía es la capacidad de comprender y compartir los sentimientos de otra persona.
- Mayor creatividad
Las personas emocionalmente sensibles experimentan estados mucho más altos y mucho más bajos que las personas con una emocionalidad media. Por ello, suelen captar las pequeñas señales del entorno que otros pueden pasar por alto. Pueden ver patrones cuando otros sólo ven aleatoriedad. Pueden encontrar significado en las pequeñas cosas de la vida cotidiana y experimentar un mundo en el que hay más información y más oportunidades de crear una nueva síntesis. Los supersensitivos pueden ser bailarines dotados, cantantes, escritores, matemáticos, artistas. Pero lo más importante es que pueden pensar con facilidad “fuera de la caja”.
En palabras de Pearl S. Buck…
“La mente verdaderamente creativa en cualquier campo no es más que esto: Una criatura humana nacida anormalmente, inhumanamente sensible. Para él… un toque es un golpe, un sonido es un ruido, una desgracia es una tragedia, una alegría es un éxtasis, un amigo es un amante, un amante es un dios, y el fracaso es la muerte”.
¿Cuál es nuestro objetivo?
No podemos liberar a los supersensitivos de su doble gravedad y de tener emociones intensas. Esto está preprogramado en su hardware. Pero aun si pudiéramos, no querríamos hacerlo, ya que también les quitaríamos sus dones. Lo que queremos hacer, en cambio, es dotar a nuestros supersensitivos de suficientes músculos de atención, de regulación de las emociones, de reestructuración cognitiva y de todos los demás músculos, para que puedan soportar la presión de sus tsunamis emocionales, y así, en lugar de derrumbarse ante la presión, se beneficiarían de estos dones. Los supersensitivos necesitan recordar que la sensibilidad emocional es una habilidad especial y no un problema que corregir. Los supersensitivos son niños que necesitan superhabilidades para conseguir controlar sus “poderes” especiales y superpadres que les ayuden.