/ DBT-C, Español, Desregulación Emocional (DMDD), Supersensitivo / Por Francheska Perepletchikova / Traducción: Fréderic Larbanois
Según las investigaciones, entre el 15% y el 30% de las personas son muy sensibles. Esto incluye la sensibilidad emocional, fisiológica y social. Las personas altamente sensibles procesan la información con mayor intensidad. Esto les plantea retos y también ventajas. Los retos pueden incluir una alta reactividad y un lento retorno a la calma, cuando cuestiones aparentemente insignificantes pueden provocar una gran reacción emocional que puede durar mucho tiempo. También pueden sentirse abrumados más fácilmente por las luces brillantes, los sonidos fuertes, el olfato, el gusto y el tacto. Por otro lado, las personas altamente sensibles también pueden experimentar emociones positivas a un alto nivel, leer las emociones de otras personas como si fueran rayos X humanos y tienen una mayor capacidad de empatía y creatividad. Nacer con alta sensibilidad no significa automáticamente tener problemas importantes en la vida. No todas las personas emocionalmente sensibles se desregulan emocionalmente y desarrollan problemas en su capacidad para desenvolverse en la vida cotidiana. Sin embargo, sí tienen un mayor riesgo de desarrollar depresión, ansiedad o trastornos de la personalidad. Entonces, ¿qué puede convertir la sensibilidad emocional en desregulación emocional?
Modelo Biosocial
Los niños emocionalmente sensibles (los llamamos supersensitivos) pueden presentar más necesidades que los niños con una emocionalidad media, ya que la sensibilidad es lo contrario de la resiliencia, que es la capacidad de recuperarse rápidamente de las dificultades. Los niños resilientes son como patos en el agua, las cosas simplemente resbalan por las plumas. Los supersensitivos son más como rocas que se ahogan inmediatamente. La resiliencia también puede describirse como una fuerte inmunidad psicológica innata. En este símil, los supersensitivos nacen con una inmunidad psicológica débil y necesitan aprender a adquirirla.
Los padres de supersensitivos pueden no estar preparados para afrontar eficazmente los retos de la sensibilidad emocional, ya que los niños no nacen con instrucciones. La mayoría de los padres de supersensitivos son capaces, cariñosos y bienintencionados. Esto es especialmente evidente en familias con varios hijos, en las que un supersensitivo se “sube por las paredes”, por así decirlo, mientras que a sus hermanos les va muy bien. La “buena crianza” que funciona bien con los niños más resistentes puede no ser suficiente para los supersensitivos.
El Modelo Biosocial muestra que esta transacción entre un niño sensible con necesidades adicionales y la incapacidad del entorno para satisfacerlas puede dar lugar a dos productos: desregulación emocional y entorno invalidante.
Entorno invalidante
Un entorno se describe como invalidante cuando etiqueta de forma indiscriminada y generalizada las respuestas de un niño (por ejemplo, pensamientos, sentimientos y comportamientos) como carentes de sentido o inválidas. Por ejemplo, un niño llora después de pegar a un amigo que le ha roto su juguete favorito. La madre le dice que nunca debería pegar a sus amigos y que no hay nada por lo que llorar. La primera afirmación invalida lo inválido (es decir, que la agresión física no es una forma eficaz de resolver los problemas), mientras que la segunda invalida lo válido (es decir, que la tristeza es una respuesta válida ante una pérdida).
Las razones por las que un entorno puede empezar a rechazar las reacciones de un niño se derivan de las principales características de la sensibilidad emocional: alta reactividad y lento retorno a la calma. Como hemos dicho, con frecuencia estas reacciones surgen aparentemente de la nada, no son proporcionales en su intensidad a un factor estresante y pueden durar mucho más tiempo de lo que se puede prever. Así que, efectivamente, las reacciones pueden no tener sentido para los padres.
Desregulación emocional
Cuando el entorno no es capaz de afrontar adecuadamente los retos de la sensibilidad emocional, desestabiliza al niño. Un niño más desestabilizado sigue poniendo a prueba la capacidad del entorno para responder adecuadamente, lo que conduce a una mayor desestabilización del niño, y así sucesivamente. Así pues, un entorno invalidante no suele ser un punto de partida, sino el resultado de la transacción entre las necesidades del niño y la incapacidad de los padres para satisfacerlas. A su vez, la transacción entre un niño emocionalmente sensible y un entorno invalidante, con el tiempo puede conducir al desarrollo de la desregulación emocional y la psicopatología. De hecho, las investigaciones muestran que estos niños corren un mayor riesgo de desarrollar problemas de consumo de alcohol y sustancias, suicidio y autolesiones no suicidas, depresión, ansiedad y trastornos de la personalidad en la adolescencia y la edad adulta.
¿Qué hacer?
La desregulación emocional no tiende a resolverse por sí sola con el tiempo. Los supersensitivos pueden empezar a utilizar mecanismos de afrontamiento desadaptativos para reducir sus altos niveles de activación emocional, como la agresión verbal y física y las autolesiones. Para reducir las posibilidades de que la sensibilidad emocional se convierta en desregulación emocional, los supersensitivos deben aprender habilidades de afrontamiento adaptativas y técnicas eficaces de resolución de problemas, y sus padres deben aprender a convertirse en superpadres para crear un entorno de validación y preparado para el cambio.