/ DBT-C, Español, Supersensitivo / Por Francheska Perepletchikova / Traducción: Fréderic Larbanois
Hay dos formas principales de satisfacer nuestras necesidades: tomar de los demás y darnos a nosotros mismos. Debido a la programación que recibimos del marco de información de los contextos en los que existimos, la mayoría de las veces se nos enseña a depender de otras personas para obtener refuerzo, validación, atención, apoyo, amor, e incluso responsabilizamos a los demás de nuestras propias reacciones, con lo que les damos el control de nuestras vidas. Por ejemplo, “si no hubieras dicho esto, no estaría enojado” o “si hubieras hecho lo que te pedí, no te habría gritado”.
Por desgracia, no estamos programados por este campo de la información para reforzarnos, validarnos o incluso amarnos a nosotros mismos. ¿A cuántas personas conoces a las que sus padres les enseñaron simplemente a reforzarse a sí mismas? ¿A cuántas personas les enseñaron a autovalidarse? ¿A cuántas personas conoces que hayan hablado de amor a sí mismos con sus hijos? Peor aún, estamos programados para equiparar el amor a sí mismos con ser egoístas, excesivamente vanidosos, narcisistas o engreídos. Es fácil de demostrar. Basta con buscar en Google sinónimos de “amor a sí mismo”. Este sencillo ejercicio puede abrirnos los ojos, ya que Google es una representación de nuestros significados compartidos y nuestra comprensión colectiva de lo que creemos que es real.
Estamos programados para ser “tomadores” y, cuando los demás no satisfacen nuestras necesidades, nos morimos de hambre y es probable que tomemos represalias y utilicemos la fuerza para conseguir lo que queremos mediante amenazas, gritos, acusaciones y, a veces, incluso violencia. Un ejemplo sencillo es el de un niño que, se vuelve verbal y físicamente agresivo, cuando no consigue lo que quiere.
En lugar de depender de los demás, tenemos que aprender y enseñar a nuestros hijos a brindarnos a nosotros mismos. Dos consideraciones importantes antes de hablar de lo que esto significa. En primer lugar, por supuesto, al darnos a nosotros mismos, también necesitamos recibir de los demás. Nada al extremo. Siempre tenemos que equilibrar las dos partes, incluida la satisfacción de nuestras necesidades.
Otra consideración importante: recibir de otras personas elogios, validación, amor, etc. resulta en una experiencia con mayor intensidad emocional que cuando nos auto-reforzamos o auto-validamos o experimentamos amor a nosotros mismos. Por lo tanto, recibir de otros puede compararse a recibir una torta. Por el contrario, cuando nos brindamos a nosotros mismos, experimentamos emociones menos intensas, por eso le llamamos “hornear nuestro propio pan”. Como siempre, todo tiene dos caras: recibir una torta de los demás, es más emocionante PERO no controlamos este resultado; mientras que hornear nuestro propio pan no es tan emocionante PERO controlamos mejor este proceso.
¿Por qué es tan importante aprender a brindarse a uno mismo? Hay dos consideraciones principales: 1) así podemos asumir el control sobre la satisfacción de nuestras necesidades; y 2) podemos ganar capacidad para formar y mantener relaciones sanas con otras personas.
Empecemos por el primer punto. No podemos controlar a otras personas, la vida y las circunstancias. No podemos controlar en qué medida los demás pueden satisfacer nuestras necesidades y si lo que nos dan es lo que necesitamos. Cuando los demás no satisfacen nuestras necesidades, tendemos a tomar represalias, pues en cierto modo suponemos que los demás nos deben algo. Lo cierto es que los demás no nos deben nada y nosotros tampoco les debemos nada a los demás. Sólo nos lo debemos a nosotros mismos: aprender sobre nosotros mismos, querernos y autorrealizarnos; con respecto a nuestros hijos, debemos darles no lo que quieren, sino lo que necesitan. También olvidamos que los demás no son responsables de nuestras reacciones. Así que, cuando no se comportan según nuestras preferencias, tomamos represalias y empezamos a utilizar la fuerza para obtener lo que de alguna manera pensamos que nos deben. Es comprensible, ya que si se bloquea la única fuente que puede satisfacer nuestras necesidades, nos morimos de hambre. Y esto sucederá de forma definitiva y constante, simplemente porque no podemos controlar a los demás y todo lo que sea unilateral no funciona. Por lo tanto, necesitamos introducir el otro lado y colocar el control donde corresponde: en nosotros mismos. Cuando nos volvemos autosuficientes y los demás nos regalen una torta -maravillosa o no-, no dependeremos de ella para no morir de hambre, y por lo tanto será mucho menos probable que utilicemos la fuerza y tomemos represalias.
Esto nos lleva al segundo punto. Puesto que formar y mantener relaciones sanas se basa principalmente en nuestra capacidad de dar a los demás, sólo podemos hacerlo eficazmente cuando tenemos algo propio. No podemos dar mucho a otras personas si la mayor parte de lo que tenemos se lo quitamos a los demás. Además, aquello que nos damos a nosotros mismos hace una gran diferencia. Compartimos con el mundo lo que tenemos. Si soy una persona autocrítica, percibiré a otras personas como críticas y seré propenso a interpretar lo que me digan como una crítica, incluso si no está implícita. Si tengo dolor dentro, compartiré el dolor. Si tengo felicidad en mi interior, compartiré felicidad. Debemos considerar que no solo estamos programados para tomar principalmente de los demás, sino que también estamos programados para ser autocríticos, autojuzgarnos y autodespreciarnos. Todos y cada uno de nosotros hemos sufrido una invalidación dañina en la que recibimos comentarios negativos no solo sobre nuestras acciones, sino también sobre nuestra persona: “hiciste algo malo, por lo tanto eres malo”.
Por lo tanto, para tener relaciones saludables con los demás, primero debemos establecer una relación saludable con nosotros mismos. Hay siete ingredientes principales para hacer pan:
1.auto-refuerzo
2. auto-validación
3. auto-cuidado
4. auto-compasión
5. auto-control
6. amor a sí mismo
7. auto-reestructuración cognitiva.
Si tus hijos tienen dificultades con las amistades, enseñarles habilidades sociales es importante. Sin embargo, esto es saber qué hacer. Esto es necesario pero no suficiente, ya que también es necesario adquirir la capacidad de aplicar estos conocimientos. Esta capacidad se deriva principalmente de que tu hijo aprenda a hornear su propio pan. Para superar los problemas en las relaciones con los demás, primero necesitamos superar los problemas en nuestra relación con nosotros mismos, de lo contrario tenemos poco que dar.